por Pablo Garcilazo
Nino anda por el barrio tranquilo, sin apuro, a pie de tortuga. Sin presiones. El tiempo a él le resbala, también la comunicación. Nino, con su gorra, pantalones anchos, campera deportiva camina con su carro hecho de madera y ruedas de cochecito de bebé en búsqueda de la próxima botella de plástico. Santa Rosa de Lima, barrio del oeste marplatense, lo conoce a flor de piel. Nino es un viajero que recolecta algo de lo plástico, para ganarse la moneda de la subsistencia. Algo para aportar a la familia.
Nino con familia de origen humilde por esas cosas de la genética humana no logró desarrollarse mentalmente. Hoy con cerca de treinta años, es un hombre que no concurrió a la escuela, no expresa claramente sus emociones y solo dice algunas palabras como “vamos” o “dale” aprendidas en esos calurosos momentos con trabajadores, la cooperativa del barrio. Entre algunas onomatopeyas no fáciles de entender.
Su aspecto sorprende, a veces, a los más chicos. Su vida desde lo mental es social, que en la dificultad, no es menor. Nino está en la escuela, en el jardín, en la plaza, en los comercios. Es un viajero del mismo lugar una y otra vez.
Nino es muy querido y ayudado por vecinos y vecinas. Es un niño más del barrio. Lo vas a encontrar caminando con su carro o también sentado en la plaza hincando la cabeza una y otra vez, como si estuviera escuchando un rock de Pappo o Los Redondos.
En tiempos de vertiginosidad, rapidez, deseos desmedidos de poder, incertidumbres el está tranquilo, intacto y la pregunta que nos hacemos es ¿qué pensará este muchacho? ¿Qué mundo verá? ¿Verás nuestros defectos, virtudes? ¿Esa inocencia nunca la recuperamos?
¿Podríamos ser Nino y perdernos sin subjetividad, sueños? Lo cierto es que conjeturar suena pensativo hasta bello pero aún hoy es algo que a él la propia vida le ha negado o, en una de esas, le ha dado esa sencillez y oportunidad de ignorar las bravuras y pulsiones de muerte que llevamos dentro.
Nino es un hombre, un joven y un niño que hace siempre el mismo camino, ese quizá sea su destino, su ser, tan digno como todos y todas. Algunos están en un ni sí ni no, él es las dos juntas sin siquiera darse cuenta y por eso le hacemos este humilde homenaje.
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Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando a Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.
(*): pinceladasmdq@gmail.com